Mostrando entradas con la etiqueta Omar Sy. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Omar Sy. Mostrar todas las entradas

Intocable

🌟🌟🌟

Hace pocos días, en este diario que nació para enseñar las plumas del pavo y ha terminado siendo el expositor de mis vergüenzas, yo confesaba que la película más conocida de Nakache y Toledano, Intocable, me había dejado más bien frío en el momento de su estreno. Que mientras todo el mundo sonreía, lloraba, se compadecía del paralítico ricachón y su cuidador sudsahariano, completando una vuelta entera en la montaña rusa de las emociones, yo, en mi sofá, con el correr de los minutos, iba sintiendo una creciente indiferencia por estos dos amigos tan improbables como complementarios, como si fueran dos transeúntes pintorescos que pasasen rápidamente bajo mi ventana.



    Hace una semana, en un episodio de “The Crown”, la reina Isabel  confesaba a su primer ministro que le costaba mucho expresar sus sentimientos cuando se veía obligada a ello, en las pompas o en las circunstancias, y que quizá por eso la gente la tomaba por una mujer sin alma, o por una autista coronada. Y que luego, en la intimidad, se desmoronaba... Y puede que a mí me pase un poco lo mismo, y que esto sea como no poder mear con alguien a tu lado que mea, y que tiendo a poner la nota discordante cuando hay consenso general porque soy así de rebelde, o porque el mundo me ha hecho así, con un defecto de fábrica, como cantaba Jeanette.

    Hace casi seis años que me quedé tibio con Intocable, así que hoy decidí concederle una segunda oportunidad, a ver qué pasaba, como dicen que hacen estos días los ex y las ex por los teléfonos, que se vuelven a llamar por puro aburrimiento y prometen regresos de mentirijillas, ahora que sale gratis y no se puede regresar. Yo he regresado a Intocable y tengo que decir que la segunda cita ha sido tan fallida como la primera. Al principio conecto, compadreo, siento la angustia y la carcajada de los personajes. Me caen bien, por supuesto, estos dos fulanos, únicos cada uno en su especie, pero la película, en mi piano sentimental, sigue tocando notas muy falsas, y hay cosas que me siguen chirriando por exageradas, o por melodramáticas.

    Lo que no ha cambiado para nada, porque sigue ahí, conservada en la magia de los píxeles, es la belleza de esa actriz tan escurridiza llamada Audrey Fleurot. Ella es lo único que se había quedado incorrupto en mi memoria, como un cuadro de la exposición permanente. Quizá todo este rollo sobre la segunda oportunidad de Intocable sólo era una excusa para volver a verla…



Leer más...