Mostrando entradas con la etiqueta Mr. Robot. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mr. Robot. Mostrar todas las entradas

Mr. Robot. Temporada 1.

🌟🌟🌟

Desde que los hombres del Neolítico se pusieron a cultivar la tierra y crearon las clases sociales, los ricos y los pobres vivimos enfrascados en una guerra que dura ya diez mil años, y lo que te rondaré, morena. El mismísimo Warren Buffet, el multimillonario inversor, afirmó que la guerra de clases sigue más viva que nunca, y que los ricos, afortunadamente para él, van ganando por goleada. Cautivo y desarmado el ejército rojo de Moscú, el capitalismo lleva un cuarto de siglo campando a sus anchas, sostenido por el complacido voto de la clase trabajadora, a la que sólo hay que manipular tres telediarios y asustar con tres espantajos para que vote en contra de sus intereses. Ay, y si el abuelo Marx levantara la cabeza.

    El episodio piloto de Mr. Robot es la actualización 4.0 de  la Lucha de Clases. La 1.0 la perdieron los esclavos de Espartaco luchando contra las legiones romanas; la 2.0 empezó con Lenin subido a un tanque y terminó como el rosario de la aurora allá en el muro derrumbado; la 3.0, que sólo tuvo lugar en la ficción de los cines, la sostuvo en solitario el demenciado pero lúcido Tyler Durden, que fundaba clubs de la lucha para agitar las conciencias y entrenarse en los mamporros. Al final de El club de la lucha, Tyler Durden acababa con el sistema financiero demoliendo sus edificios de oficinas. 

    Diecisiete años después, en una época en la que está muy mal visto derrumbar rascacielos con explosivos, Mr. Robot decide terminar con los bancos -con la deuda y las hipotecas, las servidumbres y los abusos- destruyendo el monstruo desde dentro, en silencio, a lo troyano, con la fuerza infinita de un ordenador portátil sabiamente manejado. El episodio piloto de Mr. Robot es capaz de alegrarle el día a cualquier bolchevique aficionado a las series de televisión. Pero la alegría dura poco en la casa del pobre. A los dos o tres episodios, en una afán por rellenar tramas que no conducen a ningún sitio, la revolución de Mr. Robot se aplaza sine die y la desazón se adueña del espectador antes alborozado y ahora aburrido.

First we take Manhattan...

... recitaba Leonard Cohen en su poema revolucionario, y al principio de Mr. Robot así lo parecía, pues el susodicho vive allí afincado, y parecía muy seguro del empeño. Pero luego...

Me sentenciaron a veinte años de aburrimiento
por intentar cambiar el sistema desde dentro.




Leer más...