Mostrando entradas con la etiqueta Encuentros en la tercera fase. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Encuentros en la tercera fase. Mostrar todas las entradas

Cómo se hizo "Encuentros en la tercera fase"

🌟🌟🌟


No suelo detenerme en los makings off de las películas porque me destripan los trucos, y yo quiero ser un niño boquiabierto, y crédulo, que se traga las películas como si todo fuera de verdad, y no ilusionismo de maquetas, y literatura de guionistas. Prefiero vivir en la inopia, o en Inopia, que también tiene nombre de planeta extrasolar.

Lo que pasa es que tengo muchos DVD que vienen con disco doble, el de la peli y el de los extras, y como me costaron buen dinero en las Rebajas de El Corte Inglés, me duele pagar un pastizal por un producto que no voy a ver.  Así que lo veo, o al menos le echo un vistazo: ese disco número 2, o disco bonus, o disco “special edition”, donde vienen los artistas alabándose los unos a los otros, y los tipos de producción contando cómo construyeron los decorados o buscaron los vestidos de la época. Un rollo patatero, casi siempre.

Mi DVD de “Encuentros en la tercera fase” también es un disco doble, una estrella binaria como ésa de donde proceden los cabezones del espacio. Y el otro día, mientras me despertaba de la siesta, lo puse en el reproductor a ver qué se cocía, sin grandes esperanzas. Pero hete aquí que el primero que habla es el mismísimo Steven Spielberg, contando que él se creía a pies juntillas el fenómeno de los platillos, y que por eso se embarcó en la película, y que para documentarse sobre los encuentros en la tercera fase contrató al mismísimo inventor de la escala de los encuentros, el doctor Hynek, que incluso hace un pequeño papel en la película.  A ustedes todo esto les puede parecer una petardada, pero a mí, que también tuve mi momento ovni, antes del descreimiento, me deja fascinado.

Lo que más me interesaba, en realidad, era conocer el origen de las cinco notas musicales que servían para la comunicación con los extraterrestres. Lo digo porque es el tono de llamada que tengo puesto en el teléfono móvil, al que ya sólo llaman eso, extraterrestres, y extraterrestras, y gente muy rara en general. John Williams explica que fue pura chiripa musical: probaron tropecientas combinaciones y al final dieron con ese quinteto ya universal e intergaláctico. Ta-ra-riiií-to-tooooó.




Leer más...

Encuentros en la tercera fase

🌟🌟🌟🌟

Es una pena que los extraterrestres siempre aterricen en Estados Unidos, o en los platós de Tele 5, y no aquí, en La Pedanía, por las viñas o los montes, porque uno se iría gustosamente con ellos, como Richard Dreyfuss en Encuentros en la tercera fase. No hay más que ver la familia que tiene para entender su postura y su fuga. Cualquier planeta es bueno, de Marte para allá, con tal de no oír los gritos del churumbel.

Yo, por mi parte, ya cumplí con la obligación de tener un hijo -para presumir-, de escribir un libro -para esconder- y de plantar varios pinos que no han agarrado bien en la loza. Queda muy poco por hacer, salvo ver los Mundiales de fútbol, y conocer a los nietos algún día.  Que vengan, sí, pero no a mitad de partido, por favor... Las alegrías del sexo, del trabajo, del Real Madrid ganando títulos en Europa, tienen pinta de volverse esquivas o cicateras. The winter is coming a La Pedanía, o al menos el otoño. Al fin llegó, sí, la lluvia amarilla, la misma de Llamazares, que en mi caso es lluvia de canas, cuando voy a la peluquería y contemplo la nevada sobre el delantal. Yo, desde luego, no apostaría mucho dinero por el regreso de los buenos tiempos.

Y luego está el cambio climático, claro, que va a convertirlo todo en un estercolero, y el coronavirus, que a saber tú todavía. Y los gobiernos de la derecha, que me quedan algunos por sufrir, impotente ante la tele... Por qué no marcharse, pues, con los enanos cabezones, esos de la musiquilla, a vivir los últimos años en un planeta diferente, a muchos años-luz de esta decepción interminable. Tal vez allí me espere la plenitud insospechada: un oficio en el que encajar como un guante, un planeta libre de estúpidos, un entorno plagado de bicicletas y no de coches. Un mundo donde los perretes no vivan sólo doce años, sino setenta, como nosotros. Un Paraíso extra-Terrenal donde poder ir desnudo por la vida, y despistado por las calles, sin postureos, sin vergüenzas, indiferentes todos a los fenotipos y a los errores del pasado.


Leer más...