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El viento nos llevará

🌟🌟

Aunque hace días que juré abandonar este ciclo insufrible y autoimpuesto, coloco en el DVD la cuarta película de Abbas Kiarostami. Ya sólo su título, El viento nos llevará, posee un halo poético que me hace temblar de aburrimiento presentido. Y efectivamente: sólo he tardado cuarenta minutos en darme la razón a mí mismo, como hacen los tontos. 

Un paisaje de ensueño con las montañas del Kurdistán al fondo: eso es lo único que merece la pena en esta historia del fulano que sube y baja la colina con su todoterreno, a la captura de un hilo de señal para su móvil. Colina pa’rriba, colina pa’bajo, y así toda la película. Será el viento que lo lleva, digo yo. O la ventolera, más bien. El siroco del Sahara, que llega hasta el Kurdistán volviendo locas las cabezas. No sé. Y no me importa, además. Basta. El sopor de la película se mezcla con la hiel amarga de mi mala literatura. Que sean otros foreros -como suelo conceder en estos casos- los que carguen contra El viento nos llevará. Sus flechas venenosas son también las mías.


Pataliebre, en Filmaffinity:
              “Kiarostami es uno de los pesados más aburridos que he tenido la oportunidad de ver. Y lo peor es que sus películas parten de premisas cuanto menos prometedoras e interesantes pero que el director, a base de reiteración y de escenas supuestamente poéticas que se alargan más de lo debido, las acaba jodiendo y haciendo que el espectador sufra más de lo que es debido con coñazos de semejante calibre.” 


Kafka, también en Filmaffinity:
“... pero es indiscutible que hacen falta no pocas tragaderas para que el público llano y no cinéfilo pueda soportar tales obras sin los terribles efectos secundarios de la somnolencia, la apatía, el hastío o la desazón”

MamiFriki: 
“Un pueblo muy bonito y unas gentes a las que se le podría haber sacado más partido, creo. Tiene poco que contarnos y mucha cinta por grabar, o se cree que somos tontos y nos tiene que repetir las mismas imágenes unos pocos de cientos de veces a ver si pillamos el simbolismo. Se ve que yo no lo pillé, porque se me iba el santo al cielo y la mente a otra parte. Me recuerda a unos hippies urbanitas que se habían instalado en el pueblo de mi abuela y los oí contarle a otro, maravillados: "Tío, no te lo puedes creer, es que flipas: que plantas una semilla en la tierra y que te sale ¡una lechuga!, tío, ¡¡una lechuga!!". Pues este igual: que hay pueblos, y caminos de tierra, y zanjas, y cabras, y gente que ordeña a las bestias, sitios sin cobertura ... Si no tienes otra cosa que hacer, pues ves el principio y ya te vale. Así no pierdes el tiempo.”





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