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Review. Temporada 3

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Las series que me gustan, las cancelan; y las series que no me gustan, se prolongan hasta el infinito. Será que llevo el gafe en la mirada, o que tengo el gusto muy retorcido. Podría no-ver la series que me gustan, para alargarles la vida, pero entonces me las perdería. Y viceversa: podría ver las series que no me gustan, para condenarlas, pero me aburriría. Estoy atrapado en la paradoja. Yo asesiné a “Review” por el mero hecho de verla y alabarla. Soy el rey Midas de la mierda.

Dicho esto, y para contar mi propia experiencia de la vida, paralela a la de Forrest Macneil, tengo que confesar me nunca he comido un burrito caducado de fecha, aunque una vez, en Toledo, para desayunar, me endilgaron una tortilla de patata que casi me hizo vomitar.

Una vez tuve que llevar a mi querido perrete al veterinario, para despedirme para siempre, y lloré lo indecible. Aún le echo de menos.

Nunca he hecho realidad mis sueños, pero si he hecho sueño mis realidades, que me persiguen.

¿Qué cómo es ser un trabajador secundario y subordinado?: un chollo, en mi caso. Cero ingresos extra, pero también cero responsabilidades.

Nunca le he pateado el culo a nadie, aunque ganas me quedaron, y a veces tiemblo de terror sólo de pensar que un accidente vascular, o de bicicleta, me convierta en un Hellen Keller sordociego y mudo. En un Johnny cogió su fusil.

Perdonaría una afrenta muy gorda. De hecho, la he perdonado. La distancia y el olvido son como el salfumán para el odio. 

Si tuviera pasta gansa me criogenizaría sin dudarlo. No tengo nada que perder, y a lo mejor, al despertar, me encuentro viviendo en “Futurama”, entre Fry y sus colegas. Bender sería mi amigo del alma, mi compañero de juergas, y mi cínico de cabecera.

Nunca me ha caído un rayo encima, aunque soy un irresponsable que sale a leer entre los árboles, cuando empieza a tronar. Sólo la lluvia, la de goterones muy gordos, me arredra.

La tercera temporada de “Review” termina con Forrest MacNeil obligado a dejar su trabajo de crítico de la vida. Su cara de desolación lo dice todo. Es como si a mí me obligaran a dejar de... escribir estas tonterías.


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Review. Temporada 2 (II)

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(Sigo desgranando las peripecias de Forrest MacNeil en la segunda temporada de “Review”. Las experiencias tontorronas, o gravísimas, o bizarras, que tendrá que vivir para luego poder criticarlas, y no como hacemos a este lado del televisor, que criticamos lo que nunca hemos vivido y nunca vamos a vivir).

 

Yo también he concedido deseos, claro, como todo el mundo. Pero han sido deseos domésticos, de andar por casa: favores, helados, cambios de canal, encuentros sexuales... Una vez regalé flores a la mujer amada. Pero hacer feliz a alguien, así, sin añadiduras, creo que no. Soy demasiado difícil. También tengo que decir, en mi descargo, que nadie me ha hecho feliz: momentos de felicidad, a lo sumo, como pompas de jabón.

He dado paseos en barca, pero nunca en solitario. Una vez, en compañía de una mujer, me puse en plan remero olímpico y terminamos encallando en el arrecife más mohoso y alejado del parque del Retiro. Nunca he sido enterrado vivo, como Forrest, aunque una vez quisieron enterrarme en vida, que no es exactamente lo mismo. En la crítica anterior ya le puse seis estrellas a una reseña. La de esta temporada de Review, precisamente.

Me acojona, hablar en público. Me pongo tan nervioso que me ruborizo, olvido lo que iba a decir, temblequeo.... Nunca he asesinado a nadie, y tampoco he dejado que una bola mágica decida por mí en los asuntos de la vida. Aunque quién sabe: quizá me hubiese ido mucho mejor, fiándolo todo al azar.

Procrastino a todas horas. No sé impostar la felicidad. Hace quince años que no hago una lucha de almohadas con mi hijo. No tengo amigos imaginarios, pero una vez, de chaval, me dio por imaginar que el espíritu de Nietzsche caminaba conmigo, y yo le explicaba las maravillas tecnológicas y deportivas del mundo moderno.

¿Teorías de la conspiración? Sólo una, y original, pero no la puedo escribir aquí. Nunca me han perseguido con un fusil en ristre, como si yo fuera un jabalí, pero una vez me tuvieron entre ceja y ceja y casi acaban conmigo. Sobreviví. 






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Review. Temporada 2

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Sí. Usted ha visto bien: le he puesto seis estrellas a la segunda temporada de “Review”. No es que sea mejor que la primera, o que la tercera. Es la misma puta maravilla, la misma puta locura. Lo que pasa es que en esta andanada le han propuesto a Forrest saltarse sus propias normas, y poner una estrella de más a las cinco que son el máximo permitido. Y yo, en solidaridad con el santo patrón de mi blog, que es quien pone las estrellas ahí arriba, también he decidido saltarme mis normas por una vez..

Por lo demás, y siguiendo el hilo de las desventuras Forrest MacNeil en la segunda temporada, he de decir que jamás me he peleado con nadie porque sí, a lo macarra de barrio, y que nunca he chantajeado a nadie a no ser en las pequeñas escaramuzas de la vida doméstica. Nunca he puesto la pilila en un gloryhole ni creo que lo vaya a hacer jamás, pero no por virtud, sino por timidez, y porque aquí, además, en La Pedanía, no hay de esas cosas.

Jamás le he dicho a nadie que la homosexualidad “se cura”, y nunca he practicado sexo en un avión, ni en ningún aparato locomotor. Pero sí he sido acusado falsamente. Jamás me acosté con ninguna de mis profesoras, ni de rapaz ni en la universidad, aunque con alguna ganas me quedaron. No puedo ser una persona bajita ni aunque me lo proponga, y sobre fundar sectas con las que hay creo que ya es suficiente.

Me gustaría tener un cuerpo perfecto, pero no hay ejercicio ni dieta que pueda con esta osamenta. Hago catfish en internet con fotos que llevan varios meses desfasadas. Mil perdones. Prometo actualizaciones -desoladoras- e inmediatas. Jamás he dormido en casas encantadas, pero sí al lado de alguna fantasma, y con mucho ruido de los vecinos. De niño jugué a hacer el indio como Guillermo Tell, pero eran flechas con ventosa, del badulaque, y con botes de plástico en la cabeza. Las manzanas del frutero estaban contadas. (Continuará)





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Review. Temporada 1

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Review es la comedia más salvaje, más atrevida, más diferente a todas las demás que he visto nunca. No sé si la mejor -porque esto no es una carrera de caballos, como decía Carlos Pumares- y todas las comedias tienen su momento y su lugar en la biografía. A cada edad, y a cada estado del alma, su risotada. Pero el experimento de Andrew Daly es desde luego irrepetible, tan extraterrestre que resulta incluso difícil explicárselo a los gentiles. Sólo decir que en homenaje a esta locura tengo puesto a Forrest McNeil ahí arriba, en la cabecera del blog, poniendo estrellas a las películas que jalonan mi calendario.

¿Qué de qué va Review? Pues de un fulano que tiene un reality show en el que se dedica a vivir la vida y a criticarla. “Soy un crítico, pero no hago críticas de la comida, los libros o las películas. Analizo la vida en sí”, dice al inicio de cada episodio. Y la vida en sí no es, desde luego, la vida que llevamos casi todos los mortales a este lado de la tele, que en verdad sólo nos hemos mojado el culo un puñado de veces, y todo lo demás es criticar y perorar sobre cosas que desconocemos, que no hemos vivido en carne propia. Forrest McNeil ha dicho basta, quiere vivir, meter la mano en el fango, el pie en el charco, la nariz en el hoyo, y gritarle a su audiencia que por fin está experimentando lo que nunca soñó hacer, o nunca quiso hacer, porque era ilegal, o inconveniente, o le daba miedo, o tenía riesgo de acabar en su muerte. O prometía una felicidad inasumible. A Forrest McNeil, lanzado a vivir, entregado a su programa como un monje a su vocación, todo esto se la sopla ya. Él hará cualquier cosa que le pida su audiencia sin quejarse, sin pensar en las consecuencias. Forrest McNeil robará, se divorciará sin desearlo, se hará un adicto a la cocaína... Se dará un atracón de tortitas o provocará una pelea callejera. Caerá en la ignominia, en la enfermedad, en el ridículo... En el hospital. Pero le da igual: él ya es San Forrest evangelista, que viene a contarnos, a los que vivimos escondidos tras la pantalla, a qué sabe la vida cuando uno se la come cruda.


(Ver "Review", sin duda, cinco estrellas)





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