Z. La ciudad perdida.

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Cuando a principios del siglo XX el coronel Fawcett regres贸 de su expedici贸n geogr谩fica al Amazonas -donde hab铆a ido a trazar la frontera que separaba Bolivia de Brasil y sacar alguna tajada territorial para el Imperio Brit谩nico-, se present贸 ante la Royal Geographical Society afirmando que hab铆a encontrado las ruinas de una ciudad perdida: una de cultura extra帽amente avanzada, impropia de la selva que s贸lo poblaban los indios atrasados. La llam贸 Z porque seg煤n 茅l la ciudad amaz贸nica era la 煤ltima pieza que completaba el puzle de las civilizaciones humanas.


    Nadie le crey贸. La primera explicaci贸n plausible -que ven铆a avalada, supuestamente, por los diarios de unos exploradores portugueses del siglo XVIII, a medio camino de la narraci贸n y la fantas铆a- es que tal ciudad, de existir, ser铆a el vestigio de la civilizaci贸n atlante que desapareci贸 en las brumas de la historia. Tal vez El Dorado, que tan afanosamente buscaron los espa帽oles y los portugueses en una fijaci贸n infructuosa que termin贸 convirti茅ndose en un lugar com煤n de la lengua. La segunda explicaci贸n es que los propios indios -tal vez una tribu especialmente dotada- fueron capaces de trascender su atraso secular al menos una vez en la historia, y crear una cultura que estuvo a la altura de otras que florecieron en lejanas latitudes y longitudes.


    Pero los miembros de la Royal Geographical Society no estaban dispuestos a admitir ninguna de las dos conjeturas. La primera opci贸n era descabellada, mal documentada, pr谩cticamente indemostrable. Y la segunda posibilidad era, sencillamente, imposible. A comienzos del siglo XX el racismo no era la palabra cargada de connotaciones que es ahora. Racista era, pr谩cticamente, todo el mundo, y no s贸lo los antisemitas que ya en Alemania caldeaban el ambiente. Ni siquiera los c铆rculos intelectuales se salvaban del prejuicio racista, que entonces no era considerado como tal, sino un cient铆fico saber, y un consenso racional. 

    Los indios, los negros, los melanesios.., todos esos humanos que habitaban zonas tropicales con mucho calor y muchos mosquitos eran gen茅ticamente inferiores, y s贸lo hab铆a que comparar una ametralladora con una lanza para cargarse de razones. Para las mentes m谩s avanzadas de la 茅poca, eso no justificaba la esclavitud, la explotaci贸n laboral, la esquilmaci贸n de los bienes y los territorios. Pero pretender, como pretend铆a el coronel Fawcett, que los indios fueran capaces de construir por s铆 solos una ciudad prodigiosa en el interior del Amazonas era casi como plantear una broma entre colegas de profesi贸n.





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