La oveja Shaun

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"En casa, como en ningún sitio". Dentro de nada, pronunciar esta frase en voz alta, o en las redes sociales, será un acto subversivo, revolucionario, sancionado con multas ejemplares. Decir que en casa se está de puta madre, sin viajar a ningún sitio, con la tele para uno solo, el wifi sin incidencias y la comida más barata que en el restaurante, será un anatema tan gordo como decir que treinta grados es un calor insoportable, o que las playas son una tortura de granos de arena que se cuelan hasta la uretra. Películas como La oveja Shaun, que disfrazadas de fábulas infantiles predican la felicidad segura de la granja, y la aventura incierta de los parajes desconocidos, serán incluidas en el Índice de Películas Prohibidas, y quemadas en la gran pira de DVD que animará las fiestas patronales de San Pancracio del Mondogal.

    La industria del turismo será dentro de nada La Industria, la única, y acallará cualquier crítica sobre el éxodo veraniego con mano de hierro y porra de goma. Como en una versión retorcida y cañí de 1984, el Ministerio del Movimiento Vacacional será el único que quedará en pie junto al del Ahostiamiento Callejero, una vez que desaparezcan el de Sanidad, el de Educación y el de Obras Públicas. España será un ejército de camareros que no necesitarán más enseñanza que la de su oficio; más atención médica que la propia de sus accidentes; más vía pública que la que les llevará del hotel a casa, y de casa al hotel. Eso si el esclavo, o la esclava, no vive ya en el mismo complejo laboral. El turismo será nuestra única fuente de riqueza, y cualquier afirmación que socave sus cimientos será duramente perseguida. Se prohibirán los felpudos con el lema "Hogar, dulce, hogar", y se impondrán, por Decreto Ley, aquellos que recen "Hotel, añorado hotel". 

    Pasar el verano entre las cuatro paredes habituales ahora es una cosa de pobres, de desgraciados, de neuróticos que no soportan la idea de dormir en una cama extraña, con ruidos ajenos y gentes psicotizadas al otro lado de los tabiques. Dentro de poco, lo que ahora solo es una rareza se convertirá en un crimen contra el Estado, un robo a la economía nacional, un comportamiento de mal ciudadano y de mala persona. 





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