Hartos de contar
los billetes que otros roban a mano armada o evaden a la hacienda pública -que
viene a ser lo mismo- los empleados del Banco de los Previsores del Mañana
deciden autoatracar su propia oficina disfrazados de golfos apandadores y
ponerse los fajos por montera. El cabecilla de la operación, Galíndez -el
inmortal José Luis López Vázquez- es el único que anhela los millones para
llevar una vida de ricachón, porque como él mismo dice, ha nacido para ser
rico, y no puede renunciar a tener un Mercedes, a vivir en un casoplón, a visitar
las playas del Caribe al lado de una mujer rubia que no le ame por su belleza
interior, sino clara y sinceramente por su dinero. Ladrón, sí, pero honrado.
Los compañeros
de Galíndez, en cambio, se suman al plan para tapar los agujeros por los que
poco a poco se les escurren los sueños. Los dos milloncejos que les van a tocar
en el reparto no les van a cambiar la vida, ni ellos, tampoco, quieren
cambiarla. Sólo quieren vivir mejor, hacerse clase media, sobrellevar las
penurias insoslayables con más alegría y desahogo. Presumir ante el vecindario;
salir a cenar los sábados por la noche; comprarse un televisor; quizá, un coche
barato para viajar a la sierra los domingos, a respirar el aire puro y escuchar
los partidos del fútbol al mismo tiempo que el trinar de los pájaros.
Atraco a las
3 ha recobrado una vigencia inesperada. Hay algo en las caras de los
actores, algo de la necesidad y la amargura que esas gentes vivieron en la
posguerra, que está regresando a los rostros de los trabajadores, y sobre todo
no-trabajadores, que ahora son mayoría. Aún no pasamos hambre, pero ya estamos
empezando a comer mierda muy barata. En
un viaje de ida y vuelta que ha durado cincuenta años, estamos otra vez como al
principio, viendo pasar los billetes que otros desfalcan, o directamente
utilizan para limpiarse al culo. En esto se quedó la Transición, y la amada
Monarquía, y los primeros de Mayo de banderas rojas y banderas tricolores,
exhibidas en libertad. El 15-M, querido Pablo, ya es otra revolución fracasada.